Así, con la conciencia de su muerte,
con el desapego y con el poder de sus decisiones,
un guerrero arma su vida de manera estratégica.
La vida para un guerrero
es un ejercicio de estrategia;
vive estratégicamente
y jamás lleva cargas
que no pueda soportar.
Un guerrero procede siempre
como si tuviera un plan
porque confía en su poder personal.
La alegría de un guerrero le viene
de haber aceptado su destino
y de haber calculado de verdad lo que le espera.
El conocimiento de su muerte lo guía,
le da desapego y una lujuria reposada;
el poder de sus decisiones definitivas le permite
escoger sin lamentarse y lo que elige
es siempre estratégicamente lo mejor.
Así cumple con gusto y eficiencia lujuriosa
todo lo que tiene que hacer.
¡Cuando un hombre se porta de esa manera
puede decirse con justicia
que es un guerrero y que ha adquirido paciencia!"
Las enseñanzas de don juan
Carlos Castaneda
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