“—Una vez te dije que nuestra suerte como hombres es aprender,
para bien o para mal —repuso don Juan—.
Yo he aprendido a ver y te digo que nada importa en realidad;
ahora te toca a ti; a lo mejor algún día verás
y sabrás si las cosas importan o no.
Para mí nada importa, pero capaz para ti importe todo.
Ya deberías saber a estas alturas que un hombre de conocimiento
vive de actuar, no de pensar en actuar,
ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar.
“Por eso un hombre de conocimiento
elige un camino con corazón y lo sigue:
y luego mira y se regocija y ríe;
y luego ve y sabe.
Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos;
sabe que él, así como todos los demás, no va a ninguna parte;
sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás.
En otras palabras, un hombre de conocimiento
no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra,
sólo tiene vida que vivir, y en tal condición
su única liga con sus semejantes es su desatino controlado.
Así, un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda,
y resuella, y si uno lo mira es como cualquier hombre común,
excepto que el desatino de su vida está bajo control.
Como nada le importa más que nada,
un hombre de conocimiento escoge cualquier acto,
y lo actúa como si le importara.
Su desatino controlado lo lleva a decir
que lo que él hace importa
y lo lleva a actuar como si importara,
y sin embargo él sabe que no importa;
de modo que, cuando completa sus actos se retira en paz,
sin pena ni cuidado de que sus actos
fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o no."
Viaje A Ixtlán
Carlos Castaneda