Ni el amor, ni los encuentros verdaderos,
ni siquiera los profundos desencuentros,
ni siquiera los profundos desencuentros,
son obra de las casualidades,
sino que nos están misteriosamente reservados.
sino que nos están misteriosamente reservados.
¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo,
entre las multitudes de personas que existen en el mundo,
entre las multitudes de personas que existen en el mundo,
nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera,
poseían las tablas de nuestro destino,
como si hubiéramos pertenecido
como si hubiéramos pertenecido
a una misma organización secreta,
o a los capítulos de un mismo libro!
o a los capítulos de un mismo libro!
Nunca supe si se los reconoce
porque ya se los buscaba,
porque ya se los buscaba,
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