★ La última Batalla ★

Sólo la idea de la muerte da al hombre el desa­pego suficiente para ser capaz de no abandonarse a nada. Un hombre así sabe que su muerte lo está acechando y que no le dará tiempo para aferrarse a nada; así que prueba, sin ansias, todo de todo.

Somos hombres, y nuestro destino es aprender y ser arrojados a mundos nuevos e inconcebibles. Un guerrero que ve la energía sabe que no hay fin a los nuevos mundos que se abren a nuestra visión.

«La muerte es un remolino; la muerte es una nube brillante en el horizonte; la muerte soy yo hablándote; la muerte sois tú y tu cuaderno de notas; la muerte no es nada. ¡Nada! Está aquí, pero no está aquí en absoluto.»


El espíritu de un guerrero no está hecho a la entrega y a la queja, ni está hecho a ganar o per­der. El espíritu de un guerrero está hecho sólo a la lucha, y cada lucha es la última batalla del guerre­ro sobre la Tierra. Por eso el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras se entrea a su batalla, sabiendo que su intento es impecable, un guerrero ríe y ríe.
La Rueda Del Tiempo_Carlos Castaneda

★ Desatino Controlado ★

Un guerrero, primero debe saber que sus actos son inútiles y, a pesar de ello, proceder como si no lo supiera. Ése es el desatino controlado del cha­mán.

Un guerrero elige un camino con corazón, cualquier camino con corazón, y lo sigue, y luego se regocija y ríe. Sabe, porque ve, que su vida se acabará demasiado pronto. Sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás.

Un guerrero vive de actuar, no de pensar en actuar ni de pensar qué pensará cuando haya actuado.

Un guerrero no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni patria; sólo tiene vida por vivir y, en tales circunstancias, su único vínculo con sus semejantes es su desatino controlado. 


Puesto que ninguna cosa es más importante que otra, un guerrero elige cualquier acto y lo actúa como si le importara. Su desatino controla­do le lleva a decir que lo que él hace importa y le lleva a actuar como si importara, y sin embargo él sabe que no es así; de modo que, cuando comple­ta sus actos, se retira en paz, sin preocuparse en absoluto de si sus actos fueron buenos o malos, si dieron resultado o no. 
Un guerrero puede optar por permanecer totalmente impasible y no actuar jamás, y compor­tarse como si realmente le importara ser impasible. También eso sería genuinamente correcto, pues también ése sería su desatino controlado.
La Rueda Del Tiempo_Carlos Castaneda

★ Seres Inorgánicos ★


Los chamanes del México antiguo dieron el nombre de aliados a unas fuerzas inexplicables que actuaban sobre ellos. Los llamaron aliados porque pensaron que podrían servirse de ellos para su satisfacción, un concepto que resultó ser casi fatal para aquellos chamanes, porque lo que ellos llamaban aliados son seres sin esencia corpó­rea que existen en el universo. Los chamanes de hoy en día los llaman seres inorgánicos.

Preguntar cuál es la función de los aliados es como preguntar qué hacemos los hombres en el mundo. Aquí estamos: eso es todo. Y los aliados están aquí como nosotros; y puede que estuvieran antes que nosotros.
"Una Realidad Aparte"_Carlos Castaneda

★ El Intento ★


Ver la energía tal como fluye en el universo significaba, para don Juan, tener la capacidad de percibir al ser humano como un huevo luminoso o como una bola luminosa de energía, y ser capaz de distinguir en esa bola luminosa de energía ciertas características comunes a todos los hombres, tales como un punto brillante que se destaca en la ya de por sí brillante luminosidad de la bola de energía. 

Según los chamanes, era en ese punto brillante, al que llamaban punto de encaje, donde la percep­ción se ensamblaba o encajaba. Siguiendo la lógica de esta idea, podían afirmar que nuestra cognición del mundo se producía en ese punto brillante. Por extraño que parezca, don Juan Matus tenía razón, en el sentido de que eso es exactamente lo que sucede.
Para los cha­manes del México antiguo, el intento era una fuerza que podían visualizar cuando veían la energía tal como fluye en el universo. La consideraban una fuerza omnipresente que intervenía en todos los aspectos del tiempo y del espacio. Era lo que impulsaba todo. 




La meta final de un guerrero es la de enfocar, mediante un acto de profunda disciplina, su aten­ción inquebrantable en la rueda del tiempo con el fin de hacerla girar. Los guerreros que han logra­do hacer girar la rueda del tiempo son capaces de mirar en el interior de cualquier otro surco y extraer de él lo que deseen.

Al librarse de la fuerza hechizante que nos obliga a contemplar sólo uno de esos surcos, los guerreros pueden mirar en cualquiera de las dos direcciones: al tiempo cómo se acerca o cómo se aleja de ellos.
Vista de este modo, la rueda del tiempo cons­tituye una irresistible influencia que atraviesa las vidas de los guerreros y llega aún más allá, como sucede con las citas de este libro. Parecen hiladas por un resorte que tiene vida propia. Ese resorte, explicado según la cognición de los chamanes, es la rueda del tiempo.
La Rueda Del Tiempo_Carlos Castaneda

★ El Origen ★

Primero éramos él, y después él se convirtió en nosotros.
Existimos siempre en la eternidad. 
¿Cuándo comenzó todo? ¿Cuándo fuimos creados? 
No podemos responder. Universo de universos. 
Lo único que sabemos es que todo comenzó
cuando tuvimos conciencia de ello;
antes éramos nada, una nada no compartida, 
una nada sin expresión, una nada sin realidad.
Después de esa gran explosión, de ese nacimiento, 
nos encontramos en un espacio que seguramente ya existía
y en un lugar ya programado.
¿Cómo se expandió al infinito si ese espacio no existía?
¿O todo ya existía y fuimos los últimos en saberlo?


Entendimos que habíamos existido sin conciencia. 
Éramos, mas ahora Somos la Luz.
Somos Luz en todos los colores imaginables.
Una Luz que nos hace ver, entender, conocer e indagar. 
Sin nuestra Luz seríamos ignorantes y ciegos para entender la realidad. 
Sin Luz no podríamos tener conciencia de todo este proceso llamado existencia. 


En el principio del todo, había luz, silencio y mucha paz. 
Sabíamos que existíamos, estábamos presentes, fluctuábamos,
éramos miles de millones de centellas fluorescentes, 
emitíamos resplandores de colores que se entrelazaban unos con otros. 
Cada uno de nosotros llevaba en sí una partícula del creador. 
Éramos millones de esporas delicadas y de consistencia frágil.
Éramos un tejido energético que había tomado una forma definida…
EL SER UNO I – Los Arcanos de Thoth.