La única manera de avanzar
es desprenderse de uno mismo, extraer al ser de la palabra,
al acto de la intención, a la emoción del adueñamiento
y al deseo de su objeto imaginario,
ir horadando el túnel, perder una y mil pieles,
consumir lo superfluo en una fiesta de llamas,
dejar que se desinflen lo yo parásitos, no ser ni esto ni lo otro,
unir los dos polos en un sólo círculo,
atrapar la mirada que está detrás de la mirada,
de ojo en ojo ascender hasta la conciencia final
donde todo lo injertado, tatuado, copiado, falsificado
es llevado por el viento como un enjambre de pétalos.
Mente vacía y corazón lleno,
calmando el deseo, deshaciendo los nudos ciegos,
integrando el árbol acorazado al bosque desnudo,
nuestra patria son las huellas que dejamos
en la corteza de la Tierra,
nuestra edad es la del cosmos,
en nuestro corazón habitan los que fueron,
los que son y los que nacerán,
venimos del todo, vamos hacia el todo, somos el todo.
Nunca más nuestra mente defecará definiciones,
nunca más en nuestro pecho silbará la víbora de la crítica,
nunca más entre nuestras piernas
el deseo de una carne sin alma afilará sus anzuelos,
nunca más nuestro cuerpo aspirará a ser una máquina eterna,
venceremos ese grito de ignorancia que es la angustia,
despegándonos del pegajoso suelo
donde quieren echar raíces nuestros pies
elegiremos como camino
la impalpable sombra y el sólido vacío,
venceremos el espejo que compara
sembrando en nuestra alma
la amargura de la inferioridad,
demoleremos la pirámide de ancestros que llevamos
incrustada en la espalda
encadenándonos al cadáver de un tiempo estancado,
cavando hasta el fondo de nosotros mismos
llegaremos por fin al orígen donde la palabra se disuelve
y nuestro espíritu es el centro de todo lo que existe.
Placer incesante, orgasmo eterno,
silencio que es la suma de todas las músicas.
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